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El gobierna

En el corazón no se manda, me dijeron un día y yo me reí; con la inexperiencia de mis años en mis dulces primaveras refuté creyendo que mi razón era más fuerte y con eso segura me sentí de que yo no viviría lo que mis amigas, mis hermanas y la gente que conocía vivía por dejar que su corazón gobernara su vida.

Y hoy estoy aquí, con algunas canas que se muestran diciendo "en el corazón no se manda" y mucho menos en el mío que no ha dejado de sentir; aunque a veces no ha mostrado sus latidos pero eso no significaba que mi razón tenía las de ganar y, simplemente, hoy me perdí en el sueño que se alejó muy de madrugada y estoy de nuevo sintiendo lo que hace mucho pensé que había dejado de sentir.


Sigue aquí
Cerré puertas y ventanas para dejar de sentir
deseé que se fuera pero se quedó
y cada latido oculto de mi corazón
transportó por mis venas lo que llamamos amor.

Y al no sentir los latidos me creí,
o talvez como un mecanismo de defensa y
con la completa inconciencia me mentí,
que se podía vivir.

Con cada latido oculto aprendí a subsistir
sintiendo, a veces, la asfixia que provoca el sentir
tan fuerte el sentimiento que me hace
reconocer que el amor sigue aquí.

Un amor tan grande como el que alguna vez sentí
que duele su ausencia y admito que,
no me queda de otra que aprender a vivir
o al menos sobrevivir aceptando que el amor sigue aquí.

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