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Dos noticias inesperadas

Esta semana, ha sido una semana diferente, inesperada y un poco agotadora.

El lunes por la tarde tenía que llamar a mi tía para saber cómo le había ido con el doctor. Casi se me pasa, la llamé eso de las 8 de la noche, cuando ya estaba por salir de la universidad, una mala noticia, tendrá que ser operada de nuevo, eso me puso triste, la preocupación se empezó a presentar. El año pasado fue operada del busto, y la posibilidad de cáncer se cernía en las conversaciones; en aquella época, me dejó un poco mal, lo cual sumado a otras cosas, resultaron que me descuidara y pasara en mi vida lo que jamás pensé que me sucedería. Pero eso es parte de otra historia, y ahora, sólo quisiera pensar que ella estará bien, que pronto se recuperará del todo.

Luego de terminar de conversar con ella, colgué y me dispuse a irme al MHOL, para distraerme un poco. Recibo una llamada de mi tía, la volví a llamar, había olvidado decirme algo, una noticia que nunca pensé que llegara a escuchar, que debieron haberme dado en casa, pero, para variar, no lo supe hasta la noche. Cuando mi tía me la dio, me quise sentar, un nudo en la garganta se formó y mis ojos se humedecieron, pero la voz tranquilizadora de mi tía me hizo mantener la calma. Luego de conversar un momento más, nos despedimos y colgué.

Un amigo, mi eterno amigo, el que estaba en el laboratorio conmigo, me dio el pésame, y no pude contenerme más. Mojé su pecho con mis lágrimas, él intentó abrazarme mostrándome su apoyo, pero yo ya no confío, me repuse y le agradecí su apoyo. Respiré profundo y salimos del laboratorio, tenía la mochila llena de cosas y con ella me fui al MHOL, tal como lo tenía pensado, pero ahora, era más imperioso, necesitaba distraerme, dejar de pensar, mejor dicho, no quería llegar a casa temprano, pese a que al día siguiente tenía una entrevista.

Dos noticias inesperadas ese lunes, noticias que me hacen preguntarle a Dios, ¿por qué?, mi tía quiere vivir y le envías una enfermedad que la hace quedarse inmovil mientras el dolor le pasa. Mi primo tenía una familia, y le enviaste la muerte. ¡Qué contradictorio eres!, le digo. Yo no le encuentro sentido a mi vida y sin embargo, sigo aquí, no me parece justo. Pero no digo nada más, seguiré luchando por salir de esta situación que me lastima, y a veces me digo, mañana será otro día y me quedo dormida.

Hoy no hay sonrisas, hoy se ha derramado unas lágrimas más por una vida que fue cegada, dejando huérfano a un niño que esperará eternamente a un padre que no volverá a entrar por la puerta de su casa. Por la viuda no digo nada, ella llorará ahora, mañana lo extrañará un poco, y al correr del tiempo, la vida, probablemente, le envié alguien que ocupe el lugar que dejó mi primo en su vida. Solo espero que quien llegue en el futuro a su vida, trate a su hijo con cariño, amor y respeto, y le enseñe a ser un persona de bien.

Dos noticias inesperadas deja esta semana. La vida continúa para algunos, para otros se ha quedado, yo intento continuar con la mía.

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